Frente a una ola representando a los flujos avasalladores de la sociedad actual se nos propone montarla en una plataforma y aprovechar su impulso.
O transformarnos en un ‘explorador contemporáneo (navegante, cazador y militar a un tiempo)’[1] para abordar territorios que van de lo físico a lo virtual.
Propender, por último, confiando en la naturaleza evolutiva del hombre frente a los cambios.
Como habitantes de ciudades que se extienden en redes virtuales y físicas se nos plantean nuevas exigencias para nuestra adaptación.
Adaptación que tiene que ver con actitudes capaces de evolucionar y proyectar las decisiones.
La acumulación, en este sentido, se transforma en una estrategia que busca en la apilación de conocimiento la manera de abordar una sociedad altamente exigente. Es contar con un abanico de posibilidades, con un catálogo de inquietudes indiscriminadamente variado.
Es reconocer la ola como continuos de información, es recuperar los instintos recolectores, es buscar las mil plataformas[2].
No es fijarnos en sólo una, elegirla y ver atónitos lo líquido del entorno, es intentar al menos tratar de recoger las más posibles, para así tener opción de cambiar la tabla y surfear distintos mares.

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